sábado, 17 de diciembre de 2011

NEW YORK NEW YORK NEW YORK

Como cantó Liza Minelli, y como millones de personas sienten cantar en su corazón, vuelvo de NY con el corazón robado, por un montón de cemento y de tragaluces, de un día sin sol y una noche plagada de luminosidad consumista, de una grandeza en la arquitectura y en los corazones, de una amabilidad y aceptación propia de una ciudad cosmopolita que es capaz de encontrar la multitud de culturas y de sueños rotos, pero que hace que todos bailen al mismo son, al son del jazz, los musicales o la música latina y de Brodway.
Vaya mi admiración a todo lo que son sin ser, a lo que han hecho de la nada, y a lo que son capaces de resurgir de sus cenizas, y así como en la otra parte del mundo un pueblo vive y resurge de las cenizas de un terremoto, y otro cercano lucha por sobrevivir, este sigue adelante a pesar de sus tristezas y sus problemas, de ser el centro de atención de los que necesitan una diana de frustración.
Y eso, y la vivencia de estos días me hace contradecir, que este lugar no merece ser visitado. Porque para decirlo primero hay que vivir New York, y aunque una semana no es suficiente, es más que nada.