Sin ruido y sin prisa, poco a poco y sin descanso, luchaste
por conseguir tu objetivo, tu meta.
Sin parar un solo momento, sin dejar de ver el final del
túnel, decidiste lo que querías y fuiste a por ello.
Sin alardes y algaradas, sin presunciones ni modestia,
dijiste ésto quiero conseguir y lo voy a lograr, sin más, con un par.
Con mucho esfuerzo, todo el que tus pocos años te han dejado
tener, todo el que tu mente prodigiosa y educada para ello, te ha permitido a
golpe de constancia.
Con mucha disciplina y mucho empuje con un final próximo,
una aventura por recorrer y un mundo por descubrir.
Con mucha cabeza, la misma que le pones a todo, con esa
serenidad impropia de tu edad que te acompaña en cada acto, en cada palabra.
Con mucho sacrificio, ese que otros desdeñan, conseguiste lo
que querías. Un número uno.
Y ahora que tienes que compartirlo, la humildad que siempre
has tenido, la modestia que te han enseñado porque “es tu deber” decían, te
impida chillar a los cuatro vientos tu gesta.
Por eso yo, hoy orgullosa de tus logros, aunque para nada
responsable de tu triunfo, chillo por ti a todo el mundo, que eres una
auténtica campeona, y no por el final que hoy celebras, sino por el camino que
elegiste para llegar a él: como la vida misma.
Y espero que todos tus éxitos sean como éste, fruto del
trabajo, el esfuerzo, el compromiso, la disciplina, la serenidad, y la
confianza.
Gracias por dejármelo compartir.
Para mi princesa Patri.
20-6-12