martes, 14 de agosto de 2012

MI NOMBRE ES KHAN


MI NOMBRE ES KHAN



Cómo nunca y como siempre definiría la sensación agridulce que deja esta experiencia como película.

Como nunca, porque aún sintiendo la emoción en cada una de las películas ñoñas o inteligentes que son paridas por mentes inteligentes o por seres anodinos, jamás había sentido la auténtica capacidad del ser humano en su totalidad y en su integridad.

Como siempre, porque los valores que transmite, y aseguro que ninguno se dejó el guionista en el tintero, son la vida misma, son mi vida, tu vida, la vida de todos, pero que a modo de refresco inteligente y sorprendente alguien es capaz de conjugar de modo realista y al mismo tiempo tierno.

Por eso como nunca y como siempre, a partir de ahora, mi nombre también es Khan.

Y lo es porque Khan, representa la simplicidad como nadie. Lo sencillo, lo simple, lo que es, lo auténtico, lo directo, lo sincero y también lo real. No lo frecuente, pero sí lo real, lo que llega al corazón de los demás.

Khan, con su bondad auténtica y sin complejos, es capaz de hacer un dibujo del ser humano auténtico. Aquel que olvidamos en el día a día. Aquel que nos emociona sin hacernos daño. Aquel que siempre está a nuestro lado ayudando. Aquel que no descansa hasta complacerte. Aquel que no piensa en sí sino en ti.

Y lo presentan como un discapacitado, cuando los discapacitados somos los demás. El expresa su emoción y su miedo, su amor y su convicción sin importar dónde ni a quién. Khan es auténtico.

Khan representa todo lo que quiero ser y sentir, y me siento orgullosa de ser tan sensible o sensiblera para que un trozo de fantasía sea capaz de levantarme del suelo y cambiar mi forma de ver las cosas y de ver a los demás.

Si todos fuéramos un poco Khan, no tendríamos prejuicios, ni criticaríamos, ni odiaríamos, ni dejaríamos que la rabia nos invadiera. Seríamos seres humanos puros, capaces de entender y perdonar, de sentir y de expresarnos, cada uno a nuestra manera, siendo individuales en lo propio y colectivos en lo ajeno.

Si todos fuéramos un poco Khan, nos importaría poco lo material porque sabríamos sacar lo mejor de nosotros mismos, sin importar dónde ni cuándo, sin complejos, sin algaradas, sin tristezas y sin aspavientos.

Si todos tuviéramos un Khan al lado, sabríamos el significado de la ternura, el amor y la sensibilidad. Y todo ello sin palabras, sólo porque sí. Lo más simple. Lo más auténtico.

Khan, es lo que esperaba de mi y de los demás. Por eso aún siendo Khan a partir de ahora, también querré a todos los Khan de los que me pueda rodear. Que me aporten, que me llenen, que me sumen y no me resten.

Si tu eres Khan, únete a este movimiento de seres humanos auténticos sin malicia y sin complejos. Súmate a la vida. Súmate a crear y no a destruir. Súmate a luchar por tus ideales, siempre que éstos sean buenos. Sé un persona buena y excelente. Ten calidad en tu vida y en tus relaciones. Sé simple y sencillo, como la propia vida, como la misma muerte. Sumérgete sin miedo en ella, en la una y en la otra. Sé tu propio Khan y enséñalo como una filosofía, la filosofía de la sencillez, del altruismo, de la generosidad, del verdadero amor.

Si pudiera conservar la calidez del recuerdo que Khan me deja, aún siendo una fantasía, y siendo la realidad fruto de lo que alguien pensó, de lo que yo misma siento, de lo que palpita en mi interior, de lo que siempre he pensado de la vida y de los demás, habría conseguido mi objetivo en la vida: quererla y creerla. Y esto que lo hago todos los días, siendo Khan, me reconfortaría de tanto malestar superficial y pasajero, que algunos humanos, no seres, insisten en recordarte todos los días, todos los minutos.

A ellos también les diría, simplemente, sé Khan.
Y es por eso que hoy me cambio el nombre y soy simplemente Khan, me llamo Khan, en honor de la vida y del personaje, también de quien lo creó para mí y para ti