La noche parecía planear sobre mi cabeza, intentando posarse….pero ¿era de verdad una noche cualquiera?.
Si, efectivamente era oscura, tan negra como aquellos nubarrones que permanecían en mi memoria, aquellos, que de alguna manera nunca había conseguido arrancar y que, alguna que otra vez, me torturaban en el recuerdo.
Veía los recuerdos oscuros de mi niñez, cuando temía estar solo. Me veía caer dentro de un oscuro pozo y luego en el instante siguiente despertarme con angustia, con el corazón latiendo a toda velocidad y una sensación insistente de opresión en el centro de mi pecho.
Parecía que ese color negro era como una de esas nubes que recordaba y que sin parecer amenazadora me cubría, como si me envolviera, aprisionándome entre sus brazos.
No había conseguido olvidar esa sensación y ahora al caer esa oscuridad y mojar mi pelo, me sentía igual y recordaba de pronto todas esas sensaciones.
Y era curioso, porque estaba perdido en un monte que no recordaba, y sin embargo no me causaba pánico. Y tampoco tenía miedo por el hecho de que la ropa, la poca ropa que me había quedado tras correr por el monte y quedar enredado entre mil y una ramas y ramitas, no me quitaba el frío intenso que parecía penetrar mis huesos.
La verdad es que no entendía nada. ¿Que me pasaba? Corría, y no sabía por qué. Estaba en un monte desconocido, y no sabía por qué. Tenía extraños e inconexos recuerdos, y tampoco sabía por qué. La oscuridad me atenazaba cada vez más y el miedo me impedía pensar: por qué, por qué, por qué….
Demasiadas incógnitas, demasiada angustia, o no. Al fin y al cabo, me estaba tocando vivir ese momento y yo sabía que dentro de poco o mucho lo entendería, así que me paré, intenté calmarme, y pensar que todo aquello era un sueño, que no estaba pasando de verdad, que era como un teatro igual que la propia vida, tan sólo una situación transitoria, donde mis recuerdos, mis pensamientos y mi vida se estaban mezclando e impidiendo que respirara.
Hice un ejercicio de respiración que conocía y recordaba, comencé a sentir simplemente ese aire misterioso que nos permite vivir, y una, dos, tres, más veces, y comencé a notar esa paz de antes de dormirme, esa sensación que recordaba como de paz y serenidad…..
No sé cuanto tiempo pasó, no sé si soñaba dormido o despierto, no sé que me pasó, pero al abrir nuevamente los ojos por el rayo de luz que entraba por la ventana, y me deslumbraba, me encontraba en casa, listo para comenzar un nuevo día, quedando todo ello en un recuerdo entre agradable y desagradable, pensando que efectivamente podía haber soñado o no….¿Quien sabe?