Hoy quiero hacer un homenaje a todos los silencios. Hoy quiero decirte que, cuando quieras decir te quiero, lo digas. Afortunadamente, yo puedo seguir diciéndolo, pero hay personas, como la que escribió esta carta que hoy llora. Por ellas, por todas, mujeres, madres e hijas......
Querida mamá:
Te escribo sin saber aún si vas a leer esto. Quizás no te lo de, pero me es necesario decirte una serie de cosas, que, por lo menos, no se me queden dentro, así aunque no las leas pensaré que te las he dicho.
No creas que soy cobarde, mamá, es que estoy asustada. No es lo mismo decirle a alguien lo que le va a pasar a su madre, que decírmelo a mi misma.
Me ha cambiado la vida mamá, como también te ha cambiado a ti, y tú ni siquiera sabes la mitad de lo que te ocurre, ni te hace falta, porque tú lo intuyes. Sabes lo que sólo te hará falta para vivir estos últimos días, o meses, o instantes, con cierta dignidad, con entereza, con tranquilidad.
Ahora lamento tantas cosas mamá, que no he hecho por ti, no, no digas nada, lo sé, siempre has dicho que no valen lamentos, pero recuerdo tantas cosas que tú me diste, y que a lo mejor no supe agradecerte, que la amargura rasga como un punzón en medio de mi corazón, un corazón que no quiere ser víctima, un corazón que no quiere verlo, pero un corazón que llora.
Pero no quiero hacer un canto a la amargura, no, quiero ver y plasmar lo que se siente al otro lado de la mesa. Así el legado de amargura que vas a dejarme, lo convertiré en legado de esperanza o de comprensión cuando yo tenga que dar el consejo final, a alguien ajeno y distante para mí.
Te vas, definitivamente te vas, en días o en meses, pero yo no me lo puedo creer. Da lo mismo lo que diga el oncólogo o el anatomopatólogo, tú tienes vida y yo te veo bien. ¡No puede ser!, pero, es verdad que no pueden estar equivocados. Ellos son los profesionales ahora, y yo el familiar. En fin, esa es la vida. Tantas veces diciendo que todo se acaba en un soplo, cuando silenciosa y traicionera llega la muerte a buscarnos, y que esa es la ley de vivir, la ley fundamental de todo ser vivo, y que lo único que nos ha de servir es el equipaje que hayamos formado, que quedará en el recuerdo de quien nos velará. ¡Cuantas veces habré dicho que lo importante es la calidad de vida con que vivamos, y no el tiempo que duremos!. ¿Cuántas mamá?. Pero qué fácil es teorizar, y que difícil aceptar, y ahora mamá, tengo que aceptar que te vayas, que ya no estés para aconsejarme, o para escucharme, y que voy a tener que recurrir entre lágrimas a las fotos para recordarte. ¡Pero no puedo adelantarme!, todavía estás aquí, no puedo llorarte aún, tengo mucho que hacer contigo.
Estamos asustadas, tú por lo que no sabes y yo por lo que ya sé inevitable, y me parece muy duro decírtelo, y sé que tienes el derecho de saberlo (si lo sabré yo, que no paro de repetirlo en consulta….) Pero a ti no te veo preparada para saberlo, mamá. Y creo que ya que te vas, mejor es que no sepas cuando, que no limites tu estancia aquí y que disfrutes lo poco que te queda. Y sobre todo que sepas lo que te quiero y te necesito. No te lo he dicho nunca, y a pesar de nuestras diferencias y de nuestros problemas, te quiero y te lo voy a decir.
Para María y Mary Carmen. Octubre 04