sábado, 18 de febrero de 2012

.....Y HOY

…Y HOY
Un nuevo día y un nuevo recuerdo. Todos los días algo nuevo, todos, algo diferente.
…Y hoy, nosotros somos los diferentes. Nosotros, los afortunados. Nosotros, los que celebramos. Nosotros.
Un mismo compañero en 30 años, un mismo amor que crece con los días. Una misma pareja con los mismos problemas, y dificultades que los demás.
Pero somos nosotros, los mismos y los diferentes. Los de ayer y los de hoy, los que contentos celebramos, los que no miramos atrás, y los que seguimos viviendo cada instante, como si fuera el primero, como si fuera el último.
Nosotros. ¡Qué suerte poder seguir diciendo nosotros!
Nosotros los que damos gracias por aprovechar lo vivido, por aprender de los errores, para seguir caminando.
Nosotros, los mismos, nosotros los diferentes. Aquellos que con serenidad nos miramos a la cara, nos sonreímos, y lloramos.
Y las risas y los llantos, siguen haciendo la vida.
Nosotros, los raros por mantener la pareja. Nosotros, los que olvidamos lo malo del otro para sólo valorar aquello que nos aporte algo.
Y los recuerdos amables permanecen, mientras los otros se difuminan.
Nosotros, los que cada día nos levantamos dando las gracias a la vida, dando las gracias al otro.
Nosotros, los que nos damos calor, y abrigamos la confianza.
Y los que quieren empañarlo se van quedando por el camino, mientras tanto nosotros, caminamos juntos.
Nosotros en paralelo, nosotros en perpendicular, cruzando nuestros caminos, o evitándonos en él. Viviendo nuestra vida individual, viviendo nuestra vida de pareja. Respetando nuestros tiempos y nuestros espacios. Uniendo y separando todo aquello que queremos de nosotros.
Nosotros en silencio. Nosotros en soledad. Nosotros en todo momento, y siempre celebrando el nosotros y el hoy.
Por eso hoy es motivo de celebración.
Y cada año como un ritual, así ha sido, celebración, porque a pesar de que algunas celebraciones se cubrieran de dudas y desconfianzas, de errores y malestares, cada una, fue la celebración de la gratitud ante lo que la vida nos había ofrecido: el otro.
Y hoy como todos los años, doy gracias a la vida, y también a ti, por todo lo que me has enseñado, y por todo lo que he aprendido contigo, por todos nuestros sueños, los realizados y los por realizar, por todo tu amor, y por todos los ratos felices que nos han hecho llegar hasta aquí.
Por eso, esto hoy, es para ti.

viernes, 17 de febrero de 2012

AYER....


Ayer.....

Rompiendo todo pronóstico, sin hacer ruido, dejaste toda tarea y toda convicción, y decidiste empezar de nuevo en otra vida que no sabías si era mejor.

Abandonaste las promesas y los amores, pensando que no importaría qué pasara, porque estabas convencido de que nada sería peor que tu tormento.

Con la cabeza bien alta emprendiste tu lucha, y aún a pesar de tus  carencias, seguiste siempre adelante.

Cuando la vida te abandonó, te diste cuenta de que tú la habías abandonado hacía mucho tiempo.

Quisiste dejarlo todo organizado, y la muerte te sorprendió jugando.

No pudiste evitarlo, o no quisiste, y temblaste cuando sabías lo que iba a suceder.

Tus nervios o tus lágrimas te traicionaron en el último suspiro, y sin embargo después, la serenidad asomó a tu expresión de siesta.

Ya no roncabas, pero aún así dormías, ahora para siempre.

Tu sueño tranquilo se vio interrumpido por los sollozos de todos lo que se sorprendían de que te hubieras ido ya, sin avisar.

Tu expresión calmada contrastaba con la crispación de los ánimos que te rodeaban.

Tu sudor frío, con el calor de los que te lloraban.

De repente, una procesión de falsedades y de tristezas, pasó por delante de mí, que ausente y dolorida veía hipocresías, falsos afectos y mucha ternura y compasión, todo al mismo tiempo.

En volandas asistí a todo el proceso triste de tu despedida, sin entender muy bien qué estaba pasando, pero viviendo intensamente todo el momento. Tanto que hoy que lo revivo 37 años después, me parece vivirlo de nuevo.

Me imagino tu sonrisa  o tus carcajadas, al ver todo aquello, porque tú ya no sufrías más.

Sin embargo también me imagino tu gran desesperación por dejar en aquellas condiciones a los tuyos.

Me imagino que tu alegría y tu tristeza se mezclarían para dar paso a la serenidad que aparentabas.

Me imagino que tu perplejidad llenaban todas las dudas que te acudían y te sacudían.

Me imagino que los que mostraban su gran hipocresía se avergonzarían en privado o tendrían miedo de que ya no estuvieras.

Me imagino que tu semilla, estaría también presente en la sombra de aquel invierno.

Me imagino que el dolor de los tuyos marcaría tu partida, y también imagino que ésta sería como un soplo de aire fresco en tu vida castigada.

Al final, como buen soldado, un adiós y un hasta siempre. Tu sangre en mis venas fluía con desconcierto. Los dos niños llorábamos afligidos. Desconcertados. Solos.

Y sobrevivimos. Con el coraje de ella. Con la fuerza de la voluntad. Con el cariño de todos. Sobrevivimos y somos los que fuimos y los que nos hicimos.

Y ahora con tanto tiempo de calma, ahora, que ya no lloro y sonrío recordándolo, ahora lo siento.

Siento sentirlo, y siento que no estés.

Siento lo que fuiste y siento tu amor.

Siento tu legado y siento que no lo veas.

Siento todo lo que he pasado, y agradezco la lección.

Todo esto me ha hecho lo que hoy soy: una parte infinitesimal de ti. Por eso hoy pervives con nuestro recuerdo y con nuestro amor.

Y esto se repite día tras día, y año tras año, sin necesidad de culto y de reunirnos. Pero reunidos, somos más pensando en ti y confortándonos, y riéndonos, y viviendo



Para papá, para Chanito, allá donde estés. 17-2-2012.