Años y años para salir del cascarón para saber quienes somos o incluso no saberlo…..
¿Quién soy? Es la pregunta que todos nos hacemos alguna vez.
¿Quién soy o quien fui? Porque a veces, damos más importancia a lo que fuimos que a lo que somos, a lo que hicimos, que a lo que hacemos.
Y los otros también tienen memoria y no perdonan o no olvidan los errores cometidos. Más los de otros, que los propios. De los suyos aprenden, de los demás recuerdan. A veces con rencor a veces en venganza, pero siempre recuerdan una y otra vez lo hecho y lo vivido y no dejan sepultar la memoria del olvido. No entienden que así, no pueden avanzar porque la carga emocional es tan grande que impide avanzar. La desconfianza que no quieren abandonar hace que “por si acaso” recuerden lo hecho para que, aquello que te dolió, no vuelva a dañarte. Y el daño está hecho.
Si tu memoria no descansa, agota tu vivir.
Si tu pasado no se aparta, sin duda te agobiará.
Nada es lo suficientemente importante para durar siempre. Ni siquiera el recuerdo.
Si pudiéramos vivir sólo un instante cada vez, entenderíamos que el instante siguiente ya no es el mismo. Ni las personas son las mismas, ni el lugar es el mismo, ni la esencia es la misma.
Todo cambia, porque la vida cambia, todo rueda, porque el destino es redondo, todo gira, para evitar la cotidianeidad, todo empieza, para poder tener una nueva oportunidad, todo es, para que siempre exista una nueva ilusión.
La vida ya es bastante difícil para que nosotros la amarguemos, incluso para que nos la amarguemos a nosotros mismos.
Vivamos simplemente la vida como es y como viene, sin más, de forma simple, respirándola.
1 comentario:
Acerca de las cargas de cada uno, hace poco leí una anécdota sobre dos monjes que habían echo votos de castidad y silencio. Llegando a un riachuelo había una mujer que pidió ayuda para cruzarlo, y uno de los monjes la tomó en sus brazos y cruzó el riachuelo con ella dejándola al otro lado. Despues de dos días, el otro monje le recriminó que hubiera cogido en brazos a la mujer, a lo que el otro contestó. Yo cogí a la mujer y la solté al otro lado del riachuelo sin acordarme más de ella, tu llevas cargándola contigo aún dos días después.
Gracias por tus escritos.
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